La primera compra

Hasta el momento, de los 13 días que llevamos en este país, sin duda alguna el momento más duro ha sido hacer la primera compra. Sí sí, tal y como suena.

Desde la distancia, y puesto que ahora es como ir al Mercadona, me rio pero aquel fatídico 13 de julio (13 tenía que ser) casi me echo a llorar rodeada de tomates y lechugas. Por suerte el sábado lo dejamos de descanso y sólo nos dedicamos a dar una vuelta por la zona, entrar rápidamente al supermercado a por algo de cena y volver a casa. Si ese día de pichones recién llegados decidimos hacer la comprar yo creo que todavía estaríamos allí.

El caso es que el domingo con toda nuestra buena intención (apunte: aquí los supermercados los abren 24 horas al día 7 días a la semana) pensamos que sería buena idea ir a la compra a llenar la nevera... ¡craso error! Repetimos con el supermercado del día anterior, del que nos habían hablado como si fuera la tiendecita de ultramarinos de la esquina no quiero ni pensar cómo será aquí un supermercado en condiciones. Cogemos nuestro carrito, con su por supuesto recoge- vasos para poder llevar el café mientras haces la compra, y empezamos a dar vueltas. Viendo la gran variedad de productos que había y el número de pasillos pensamos que lo mejor sería ir cogiendo lo seguro mientras lo recorríamos y al llegar al final volver a por lo dudoso ¡genial! Tras la primera ronda llevábamos pasta, huevos y gel... creo que esto va a ser más complicado de lo que parece.

Bien, respiramos hondo y repetimos, vamos a por el agua. 5 tipos de agua diferentes pero... ¿el agua no era incolora, inodora e insípida? ¿no puede haber mucha variedad no? Con ayuda del diccionario nos decimimos por la "drinking water" (drink = beber, esta será la buena). Lo mismo nos pasa con la leche, tropecientos tipos y tamaños (de nuevo puedes elegir entre la grande y la muy grande), los yogures, la salsa de tomate. Esta última merece una mención especial, ¿aquí no saben lo que es el tomate frito sin más? Porque hay tomate a la italiana, tomate con especias de no se qué, tomate con ajo, tomate orgánico con otra historia... pero el tomate tomate?? En próximas visitas lo hemos encontrado, escondidito en una esquina porque nadie lo quiere al pobre.

Una hora y media después íbamos más que lanzados, con el diccionario sacándonos de dudas, e incluso haciendo buena relación calidad- precio, hasta que llegamos a los cereales ¡casí me muero! Un pasillo de más de 10 metros de largo lleeeeeeeeno de cereales, de todos los tipos, marcas y sabores. Estuvimos un tiempo deliverando pero me acabé decidiendo por las galletas que había de una marca que conocía de España y más vale malo conocido... ¡Está loca esta gente! ¿para qué quieren tanto cereal? Creí que nunca acabaría el pasillo, aún hoy lo veo y me recorre un escalofrío desde la coronilla hasta el dedo gordo del pié.

Finalmente, y tras dos horas y pico de compra, con lágrimas en los ojos y un ligero temblor de piernas esta fue nuestra compra:


¡Tres bolsas lo sé! Encima, por si no nos había costado bastante tomar decisiones sobre qué comprar y que no, el cajero va y nos pregunta "paper o plastic?" suerte que Dani estuvo rápido porque yo le habría puesto las bolsas por montera!

También tengo foto de la compra en detalle, parecerá un tontería pero cuando llegué a casa le hice un reportaje enterito de lo orgullosa que estaba.

A día de hoy ya se nos hace bastante fácil comprar, incluso hay zonas que está muy bien como la de las verduras. Es una gozada porque la tienen toda expuesta como en cámaras, pero bien colocadita eh?, y cada 10 minutos les cae un chorrito de agua para refrescarlas. Son avispados y suena un timbre antes de mojarlas pero seguro que hasta el más pintado se ha mojado una vez que otra.

¡De momento es un reto superado!